Es inadmisible que la inseguridad en el transporte público de pasajeros del estado de México llegue al grado de que usuarios se lancen de unidades en movimiento para evitarse un asalto. Esta semana una mujer se aventó de una combi en un tramo de la carretera México-Texcoco, a la altura de Chimalhuacán y el mes pasado dos mujeres saltaron de un autobús en inmediaciones del municipio de Naucalpan.
La situación puede verse lejana para la capital mexiquense pero es en ésta, desde principios de año, que ya se advertía de 55 asaltos al mes o casi dos al día en el transporte público. ¿Esperamos a que alguien se aviente de un camión de pasajeros en Toluca o le exigimos a la autoridad y a los transportistas que hagan algo?
Es altamente preocupante que no haya certeza de abordar las unidades y continuar un trayecto sin ser testigos o víctimas de delincuentes pues así como los concesionarios están incumpliendo con el servicio que prestan, el gobierno del estado no les aplica la ley y tampoco está siendo garante de la seguridad e integridad de quienes habitamos en esta entidad federativa.
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