El oficio de bolero o lustrador parece caminar hacia la extinción. Sin embargo, los boleros o lustradores de calzado instalados en los Portales del centro de Toluca luchan por preservar el oficio, haciendo frente a las crisis económicas, el cambio en los hábitos de compra del zapato y el “hágalo usted mismo”. Toda una tradición en el centro de la ciudad, que data de más de 40 años.

Desde hace más de 30 años, Aniceto Salgado ha lustrado el calzado de sus clientes en los pasillos de los Portales de Toluca, la construcción emblemática del centro de la capital mexiquense. Han pasado por sus manos los zapatos de comentaristas de televisión, políticos y deportistas. En su espacio de trabajo, sobre la calle de Nicolás Bravo, su jornada comienza desde las 8:00 de la mañana y concluye a las 6:00 de la tarde.
Pero don Aniceto no se queja. Le gusta su trabajo: “por parte de mi papá aprendimos el oficio de boleros”. Cuando lo comenta, sale una sonrisa de su rostro y un gesto ya marcado por los años. Desde hace tiempo, ély sus compañeros agrupados en la Asociación de Boleros del Centro Históricos de Toluca no han incremento el precio por sus servicios, que es de 20 pesos: “Tratamos de mantener el precio porque si de por sí a veces la gente no bolea, si lo incrementamos, menos la gente va a bolear”.
Lo único que lamenta es que en la actualidad ha disminuido la clientela debido a que las personas ha optado por comprar zapato sintético y dice, los colores son difíciles de conseguir: “para una buena boleada se necesita que el zapato sea buena piel, para darle mejor el acabado, con la experiencia que ya tiene uno, el zapato queda bien, bien, hermoso”.
Francisco Javier también tiene también ya muchos años en el oficio. Cada día permanece a la intemperie soportando las inclemencias de las diferentes estaciones del año. Comenta que con casi 30 años ejerciendo esta labor, no utiliza más de 10 minutos en dejar un calzado bien lustrado. Su mayor satisfacción es dejar los zapatos impecables y dar una buena atención a sus clientes. Sin embargo, menciona que la gente sigue regateando el costo del servicio: “ahorita en este tiempo no hay dinero. Luego vienen y dicen, traigo quince pesos”.
Y señaló que es difícil acceder a rebajar los costos por los gastos que los lustradores de calzado hacen cada año en el pago de su licencia a las autoridades locales para seguir ejerciendo su actividad, que ya se ha vuelto una tradición en el centro de la ciudad.
Por: Ana Hernández