La carne de perro es el remedio contra hechizos, extrañas fiebres y dolores varios que padecen los camboyanos, que la compran en semiclandestinos puestos callejeros de Phnom Penh.
Sin llegar a levantar la pasión que su consumo desata en la vecina Vietnam, la carne de perro forma parte de la tradición gastronómica camboyana, aunque el aprecio por sus supuestas cualidades medicinales es una influencia de la cultura china.
«Tiene que ser de perro negro, sin ninguna mancha. Primero secamos la carne y después la bañamos en vino blanco, antes de cocinarla», explica a Efe Sau Pleth, el propietario de uno de los chiringuitos que compiten por la clientela que acude a una callejuela cercana al Estadio Olímpico a comprar esos guisos.
«Es buena para la salud, da fuerza«, asegura Sau, a la vez que ensalza que se trata de «una carne sin compuestos químicos, ni hormonas como las que se emplean en la cría de pollos o cerdos«.
El propietario del tenderete mantiene que la pieza de perro proviene de las provincias, sobre todo, de Kompong Cham, donde la gente está mas predispuesta a deshacerse de sus canes a cambio de algún dinero o útiles para el hogar, como cubos de plástico.