En los últimos días del año fue noticia el Circuito Exterior Mexiquense, una autopista urbana que atraviesa varios municipios del Valle de México y que, no tengo duda, ha sido una solución para la movilidad motorizada en la región.
Pero tampoco tengo duda de que esta obra de la constructora española OHL tiene sus bemoles en materia de seguridad.
Los accidentes fatales por lo que fue noticia el Circuito Exterior Mexiquense tuvieron como factor sustantivo la neblina. Se trata de un hecho incontrovertible.
Aunque debo agregar que las dimensiones de la vialidad, especialmente el ancho que tiene, se convierten en un factor de riesgo. Cualquiera que haya transitado por el Circuito Exterior no me dejará mentir: si un automóvil sufre un desperfecto o por cualquier razón se detiene, no encuentra espacio suficiente para hacerlo con seguridad, dado que el acotamiento es muy estrecho. Es ta reducido, que si un auto compacto se estaciona, queda a menos de medio metro de la vialidad, así que cualquier vehículo que transite por el carril derecho, se sentirá obligado a invadir el carril izquierdo para transitar con seguridad.
El problema es que la invasión de carril puede ser causa de un accidente. Si a eso le sumamos la neblina, la falta de señalamientos, la escasa vigilancia y la velocidad con la que se transita, hay suficientes elementos para un accidente.
Y así ha sido. Alguien tendría que obligar a OHL y la Concesionaria Mexiquense a revisar las dimensiones del Circuito Exterior Mexiquense y ajustarlas a condiciones seguras para cualquier automotor. Incluyendo los miles de viajes que trailers y autobuses realizan por ella cotidianamente.
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