El periodo de aglactación o alimentación en el primer año de vida, es un tiempo clave para el futuro de los hijos y en especial de la prevención de enfermedades, y dado que los recién nacidos no pueden elegir lo que comen, ésta responsabilidad queda completamente en los adultos, dijo la directora de Servicios de Salud del Instituto de Salud del Estado de México, doctora Elizabeth Dávila Chávez.
Por ello -explicó-, desde el nacimiento y hasta los cuatro meses el pequeño sólo basa su alimentación en la lactancia materna y se prolonga el consumo de leche en combinación con purés de frutas y verduras entre los cuatro y seis meses.
Posteriormente, al quinto mes se recomiendan las papillas con cereales y entre los seis y siete meses, el pequeño ya podrá consumir leguminosas y carnes, explicó la especialista del ISEM.
Abundó que desde los ocho meses y hasta el cumplimiento del año, el bebé podrá consumir lácteos huevo y pescado presentado en trocitos o picado. Además, dijo que durante el periodo de la aglactación se produce la etapa de crecimiento y desarrollo más rápido de toda la vida, de ahí que las demandas nutricionales sean mayores.
Cabe señalar que durante los primeros doce meses de vida, el peso del menos se multiplica por tres y su talla se incrementa en un 50%, además, de forma paralela sus órganos van madurando a gran velocidad y de la misma forma su cerebro, multiplica por tres su tamaño durante la infancia hasta alcanzar, a los doce años aproximadamente, el 90% del tamaño adulto.