Como el cohetero

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Esta cosa de las encuestas es cosa del demonio. Sí, por aquello de que “el diablo está en los detalles”.

Pero permitan que el arriba firmante ponga la parrafada siguiente en el contexto  adecuado: desde que el señor Gallup decidió darle un uso político a las encuestas, las encuestas se convirtieron en una herramienta política. En México han florecido desde mediados de la década de los noventas las encuestas electorales. Antes, durante y después de una elección, sea cual sea, aparecen las encuestas y las encuestadoras. Desde esa época, firmas como Consulta Mitofsky, Buendía y Laredo, Parametría, ARCOP, Demoscopia, GEA y quién sabe cuántas más —algunos extintas ya— han hecho de la encuesta una mercancía bien redituable. No las culpo, la clientela es mucha.

Las encuestas ya hasta se convirtieron en herramienta para definir candidaturas. Igual que el muy conocido método de la tómbola o la célebre metodología científica del dedazo.

Aunque en estos días, las encuestas han perdido fuelle. En principio porque sus principales usuarios, los partidos, aspirantes y aspirantas, precandidatos y precandidatas, candidatos y candidatas, las califican o descalifican según les vaya en la feria. Esencialmente porque saben que se utilizan como elemento de propaganda. Eso ha ocurrido en el estado de México.

Y entre los “analistas” de la vida nacional, ¿se han dado cuenta de que algunos de esos personajes elogian las encuestas relacionadas con la elección de Coahuila y descalifican las que corresponden al estado de México? O al revés: descalifican las de Coahuila y celebran las del estado de México. Unas les gustan y otras no. La razón parece simple y sencilla: depende de para dónde ande escorando su corazoncito.

De los políticos, ni hablar. Por ejemplo, en estos lares los dirigentes de la alianza Va por el estado de México dicen que las encuestas no votan. Allá en Coahuila el candidato Guadiana descalifica las “encuestas patito”. En cambio, aquí Morena está bien contenta con las encuestas y la misma alegría inunda en Coahuila a la coalición PRI-PAN-PRD.

Cada quién habla según le van en la feria. Los encuestadores son una profesión con resultados públicos semejantes a los del cohetero.

Eso sí, todos coinciden en que la verdadera encuesta es la del 4 de junio. La del día de la elección. Y sí, tienen razón. Será hasta el próximo domingo que sabremos qué encuestadora tuvo la mejor medición del momento político del Estado Libre y Soberano de México.

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