Para los que no acaban de darse cuenta, el presidente de la república usa la tribuna de Palacio Nacional para exhibir a sus opositores o críticos y solo lo hace a partir de lo que comentan o publican. Es decir, el mandatario y su gente no se ocupan de investigar para rebatir o contradecir con argumentos a quienes los señalan.
Aparte se cometen errores que no se corrigen y que pueden crear verdades en el público. Tal es el caso el día de ayer en que el jefe del Ejecutivo federal se quejó de un texto publicado en prensa con el título “El imbécil de Palacio” que si se lee el contenido no se refería al presidente sino al encargado de Protección Civil que no dejó salir de la sede de la conferencia de prensa a los reporteros en el último temblor que se sintió en la Ciudad de México.
Esto hace que la denominada mañanera se vuelva en un monólogo presidencial sin sustancia alguna. Se esperaría que desde un escenario como el dispuesto se hablara del respeto a las ideas y su inclusión. Desde luego también de los proyectos, avances y logros de gobierno para que la ciudadanía sepa en qué se está trabajando, de qué manera, con qué presupuesto y cómo se ejerce; justificar las decisiones y acciones que se emprenden. El gobierno de la república no está valorando su tribuna o forma de comunicación con los gobernados. La comunicación gubernamental busca informar, hacer consenso, lograr acuerdos y obtener la mayor aceptación social.