Cuando sucede un nuevo episodio de violencia en Guerrero, se me vienen a la memoria dos cosas: el Corrido de Simón Blanco y que el estado de Guerrero fue, hace ya algunos ayeres, parte de la entidad federativa llamada México.
Del corrido, me recuerda que la violencia en Guerrero es de antología.
Para quienes no lo conozcan, el corrido de marras cuenta la muerte de Simón Blanco, “un gallito muy fino que el gobierno respetaba”, a manos de sus mismísimos compadres, en medio de una fiesta celebrada en Acapulco. A su vez, los compadres, de apellido Martínez, resultan muertos en circunstancias misteriosas, que el corrido no menciona, pero sí que se murieron a los tres días de asesinar a Blanco “porque matar a un compadre, es ofender al eterno”.
Como sería la cosa en aquella época en la que el corrido se hizo famoso, hace cosa de medio siglo, que señala —como no queriendo la cosa— que Simón Blanco siempre andaba armado, “con su 30 en la mano”.
No es consuelo ni nada que se le parezca, pero los asesinatos violentos en Guerrero tienen mucho tiempo, sólo que parece que cada vez es peor.
Por el segundo detalle, agradezco que Juan Álvarez y los muchachos se hayan salido con la suya y creado una entidad federativa quitándole parte de la Tierra Caliente a lo que hoy es nuestro estado de México. Reflexiono que si así nos va como nos va en el escenario nacional, donde todo se cuestiona cuando se trata de mexiquenses, nos iría peor si el territorio correspondiente a Guerrero todavía fuera mexicano por patria y provincia.