Si enfermarse equivale a gastar, pues ahora será más para quienes no tienen seguridad social y ven en el Instituto Mexicano del Seguro Social una salida a su problema.
La semana pasada se dieron a conocer las tarifas que se cobrarán por servicios médicos y hospitalarios, así como de estudios a la población no derechohabiente en este 2017. Pero más que una oportunidad, acudir al IMSS, se vuelve una imposibilidad.
Para empezar, ¿quiénes acuden mayormente al IMSS?, la clase trabajadora. En segundo lugar, ¿cuál es el balance general de abasto y calidad del servicio que presta el instituto? Negativa.
Las tarifas del IMSS no hacen un favor a nadie. Más bien propician que la gente huya apresurada a las farmacias de la esquina que ofrecen consulta gratuita, aunque sin garantía del servicio que prestan ni acceso a un especialista para la detección oportuna de enfermedades, tratamiento y hospitalización si se requiere.
Que no se haga de la seguridad social un negocio y una forma de abuso social. Que no se dé una cachetada con guante blanco a los enfermos sin seguridad social o aquellos que en algún momento pueden requerir el servicio médico. El costo es incansable; es contrario al precepto jurídico del derecho humano a la salud.