En esta temporada de calor, que no nos da tregua, hay que tener mucho cuidado con el tratamiento y consumo de alimentos pues tienden a descomponerse más rápidamente debido a las altas temperaturas, que crean un entorno propicio para el crecimiento de bacterias y hongos.
El calor afecta especialmente a los lácteos, las carnes, las frutas y las verduras frescas, así que es importante almacenarlos adecuadamente, refrigerarlos y consumirlos antes de que se deterioren. La consecuencia del estado de descomposición de los alimentos es que se contraen enfermedades gastrointestinales de las cuales las más comunes son gastroenteriris, intoxicación y diarrea.
Tenemos que poner atención a lo que nos llevamos a la boca así que hay que revisar el color del alimento, el olor —que puede ser a podrido o rancio—, la presencia de moho, manchas viscosas o textura pegajosa; sabor amargo, ácido o extraño y verificar la fecha de caducidad o vencimiento en el empaque para desecharlo si ya no sirve. Hay que confiar en los sentidos y cualquier alimento que parezca sospechoso descartarlo para evitar problemas de salud. No olvides también mantener el cuerpo hidratado y lavar las manos con frecuencia
