Léase a ritmo de canción ranchera de José Alfredo Jiménez: “Que no somos iguales, dice la gente, que tu vida y mi vida se van a perder. Que yo soy un canalla y que tú eres decente…” sigan hasta donde ustedes dispongan, mis estimados y fieles cuatro lectores. Si recuerdan la tonada, esta media plana los espera con paciencia.
El arriba firmante recordó la canción a propósito del presidente de la república, que constantemente repite: “no somos iguales”.
Nomás que uno ve a quienes conforman su gobierno y las cosas que hacen y termina por negarle la razón. Sí son iguales.
Ahí está el caso de la recientemente despedida Irma Eréndira Sandoval Ballesteros, que hasta esta semana despachaba como secretaria de la Función Pública. Es decir, uno de los arietes presidenciales para combatir la corrupción y luchar por la transparencia, la rendición de cuentas y la política de austeridad del gobierno federal —esta última, malísima para la economía—.
Es público que la señora ex secretaria había adquirido varios inmuebles en condiciones sospechosas, que es lo menos que se puede decir en este caso. Porque las cinco propiedades compradas en un periodo de nueve años fueron pagadas de contado, peso sobre peso, cuando Sandoval Ballesteros y su marido se desempeñaban como académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México. Además, el gobierno de la Ciudad de México le regaló un terrenito que está valuado, actualmente, en seis millones de pesos —uno se pregunta en qué fila hay que formarse para recibir una “donación” de esas—.
Vaya que la cuatro té es magnánima. Y que personajes como la ex secretaria de la Función Pública parece que se comportan igual que los políticos que supuestamente iban a combatir. Con las mismas prácticas que sus antecesores, que también se han enriquecido al amparo del poder.
Ni hablemos de las exoneraciones a cargo de la ex secretaria Sandoval.
Pongamos sobre la mesa acciones que supuestamente se iban a erradicar, como las compras a precios inflados y a empresas “fantasmas”. Una vez que Irma Eréndira Sandoval dejó la Secretaría de la Función Pública apareció una investigación que señala que la dependencia a su cargo compró pruebas Covid-19 con un costo tres veces superior al del mercado y que de la adquisición resultó beneficiaria una empresa sin empleados y sin experiencia en el ramo… que argumentó que vendió tres veces más caras las pruebas porque éstas se aplicaron en las instalaciones de la Secretaría de la Función Pública —el arriba firmante se pregunta, con qué personal, si el administrador admitió que no tienen—.
Si no son iguales, se parecen muchísimo a tras prácticas repudiadas por el mexicano promedio. Fuera de todo lo que uno podría considerar combate a la corrupción.
El preciso dice que “se continuará con la política de cero corrupción y cero impunidad”. Pero del dicho al hecho…