En esta semana empieza la cuenta regresiva de 10 a 0 días para que se produzca el cambio de gobierno en el estado de México. Los secretarios del gabinete y su gente de confianza deberán despejar las oficinas públicas para dar entrada a los nuevos funcionarios que encabezarán el gobierno. Pero también se va la arrogancia del poder característica en muchos de ellos, lo mismo que lo sombrío de su actuar y que de alguna manera van de la mano para que no sean cuestionados u obligados a comparecer o sancionados.
Ahora los funcionarios salientes deberán buscarse otra fuente de ingresos o mantenerse de la que ya tienen pues al menos durante un sexenio no pisarán los pasillos de las secretarías o dependencias. Se va una camada que durante años, algunos décadas, vivieron del presupuesto público e hicieron y deshicieron a su antojo como quien se sabe imperturbable. Pero el poder tarde que temprano es pasajero por lo que tiene un final y este llegó.
En contraparte, habrá que ver cómo asumen el poder y se desenvuelven los morenistas. Si el hecho de gobernar se les sube a la cabeza o entienden que tienen una misión de servir y que el encargo público no está para ser usado en beneficio propio o de un entorno particular, como tanto ellos mismos han criticado. Que sepan que son gobierno de todos, incluyendo los que no votaron por ellos, y que no hay tiempo para improvisaciones y menos para culpar a otros de lo que no puedan resolver. La campaña terminó, el gobierno es muy distinto porque se deben tomar decisiones sobre lo que hay. La prueba de fuego llegó.