Hoy no hay clases en las escuelas de todos los niveles y sectores público y privado porque se conmemora la expropiación de la industria del petróleo en México. En aquel 18 de marzo de 1938 el presidente Lázaro Cárdenas aludía al abuso de las empresas de los recursos naturales de México junto con los trabajadores.
En su discurso de expropiación dijo que las compañías de petróleo “habían gozado de grandes privilegios para su desarrollo y expansión; de franquicias aduanales; de exenciones fiscales y de prerrogativas innumerables”. También desde luego, de los exiguos salarios y deficientes prestaciones económicas de los trabajadores.
En nuestros días, aquella decisión de revertir el atropello se asoma en derroche, endeudamiento, fraude y abandono promovido y permitido por directivos y líderes sindicales que tenían en alto honor y misión de la defensa del patrimonio nacional, su desarrollo y riqueza al igual que enarbolar la trascendencia de la clase trabajadora.
Han pasado 82 años de delitos contra el deber público; de presencia de artífices y cómplices. De traición y traidores.