Acabamos de pasar el fin de semana en que muchos chavos acostumbran irse de distracción y entretenimiento a los bares de la ciudad y alrededores. Y aunque ya estamos en un siglo donde la inclusión es obligatoria persisten casos en que se niega el acceso a los lugares por cuestión de aspecto físico que se deriva del color, orientación sexual o condición social de las personas.
Los bares es donde mayormente se discrimina y en consecuencia, hace pasar una mala experiencia a aquellos que quieren divertirse un rato pero les negaron el acceso. La situación tiene que cambiar y generalizarse. La discriminación afecta a la autoestima de las personas, le conduce al aislamiento social y reduce su calidad de vida.
Al respecto, en sitios como la Ciudad de México desde el año pasado se unieron el Consejo para Eliminar y Prevenir la Discriminación, el Consejo Económico Social y Ambiental y la Cámara de la Industria Restaurantera para visibilizar y erradicar la discriminación en los restaurantes, antros, cantinas y comercios similares.
Hoy en día ya no opera negar, excluir o distinguir la prestación de servicios a cualquier persona o colectivo social. Igualmente por la forma de pensar, tener tatuajes o cualquier otra razón pues se está atentando contra los derechos humanos. La discriminación en los bares es parte del México que no queremos ver.