Su característico aroma fuerte es donde reside su fuerza curativa, durante miles de años el ajo ha sido utilizado como especie para condimentar alimentos, pero también ha sido usado como antibiótico y preventivo en enfermedades.
El responsable de su característico aroma es un compuesto azufrado llamado sulfuro de alilo que se descompone al contacto con el aire y es conocido como alicina.
Contiene minerales de potasio, fósforo, azufre, yodo y silicio, además de que tiene una importante selección de azúcares (10-15%), vitaminas (A,B, B2, B3 y C) proteínas y calcio.
El ajo incrementa las defensas y mejora la respuesta del organismo ante el ataque de virus y bacterias, sirve para tratar infecciones respiratorias y atacar la molesta tos.
Tiene propiedades mucolíticas que ayudan a expulsar los mocos en procesos gripales y catarrales.
Lo ideal, dicen los expertos en salud, es consumirlo crudo porque así se pueden aprovechar todas sus propiedades.