Durante la asamblea del PRI de este domingo quedaron claras las intenciones del dirigente nacional, Alejandro Moreno Cárdenas, de reelegirse dos veces en el cargo, algo que le seguirá representando duras críticas por propios y extraños al reformar estatutos para sus propósitos. Sin embargo, en su intervención, el dirigente arremetió en contra de los hampones del PRI. Y es que hay que decirlo con todas sus letras, decenas de políticos emanados de este partido -entre estos presidentes, gobernadores, secretarios de estado, subsecretarios, directores generales de áreas, etcétera-, hicieron daño no solo al partido sino al erario público y al país en general por los escándalos de corrupción, robarse recursos públicos, favorecer a familiares, amigos y conocidos; nepotismo, prácticas clientelistas, abuso de poder, autoritarismo, represión política, desdén de la pobreza, la desigualdad, la violencia y los derechos humanos. Se mantuvieron en el poder a toda costa, se reelegían los mismos; se adoleció de transparencia y rendición de cuentas. Esto trajo como resultado que el PRI y sus políticos perdieran apoyo electoral y obtuvieran el rechazo social.
Al PRI lo que le queda es mostrar un cambio genuino desde escuchar y responder a las demandas sociales, formar alianzas con movimientos sociales que compartan valores y objetivos comunes podría ampliar su base de apoyo y fortalecer su posición política; presentar propuestas sólidas y realistas que puedan convencer a los votantes de que se tiene la capacidad de gobernar de manera efectiva y mejorar las condiciones de vida en México, campañas para reconstruir su imagen pública de manera positiva y participar activamente en la vida pública. El PRI tendría que renacer o resurgir para recuperar relevancia política y responder a los desafíos actuales del país.