Estudio desmiente la probable existencia de T-Rex enanos

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Desde que tenemos conocimiento de la existencia de los dinosaurios, muchas son las preguntas que nos hemos hecho sobre ellos, desde saber ¿Cuál especie era la más grande? o ¿Qué dinosaurio era el más temido?, derivado de esta ultima, entre los paleontólogos del mundo, du­ran­te tres dé­ca­das, a existido una con­tro­ver­sia sobre los que probablemente sean la especie más conocida: ¿hubo una es­pe­cie enana de ti­ra­no­sau­rios?

El T. rex fue un dinosaurio carnívoro bípedo de enorme cráneo (Foto: Pexels).

De acuerdo con el portal AFP, el pa­leon­tó­lo­go Ro­bert Bak­ker ha­bía afir­ma­do la existencia de los tiraosaurios enanos en 1988 al re­cla­si­fi­car un es­pé­ci­men des­cu­bier­to en 1942.

El es­pé­ci­men ex­hi­bi­do en el Mu­seo de His­to­ria Na­tu­ral de Cle­ve­land, se con­vir­tió en el pri­mer miem­bro de una nue­va es­pe­cie bau­ti­za­da como Na­noty­ran­nus (ti­ra­no­sau­rio enano). Aunado a ello, en 2001, otro equi­po des­cu­brió el fó­sil casi com­ple­to de otro pe­que­ño ti­ra­no­sau­rio cer­ca de Eka­la­ka, Mon­ta­na, en la for­ma­ción Hell Creek.

El ani­mal en cues­tión, bau­ti­za­do “Jane” era ape­nas más gran­de que un ca­ba­llo de tiro, y fue des­cri­to como un Ty­ran­no­sau­rus rex ju­ve­nil. Pero una mi­no­ría de es­pe­cia­lis­tas con­ti­nuó afir­man­do que per­te­ne­cía a la es­pe­cie Na­noty­ran­nus, ba­sán­do­se en la mor­fo­lo­gía del crá­neo y los hue­sos, que es di­fe­ren­te de la del adul­to T-Rex.

En la re­vis­ta Scien­ce Ad­van­ces, se publicó un es­tu­dio en el que se describe que pa­leon­tó­lo­gos rea­li­za­ron un aná­li­sis mi­cros­có­pi­co del in­te­rior de los hue­sos de la ti­bia y el fé­mur de Jane y de otro fó­sil me­nos com­ple­to, lla­ma­do Pe­tey, utilizando la técnica de pa­leo­his­to­lo­gía que consiste en comprender los procesos post mórtem que sufren los tejidos blandos, establecer el intervalo post mórtem y ampliar el conocimiento de las enfermedades del pasado.

A par­tir de esta técnica, se con­fir­mó que los dos eran in­di­vi­duos in­ma­du­ros, y no adul­tos, así que los au­to­res del estudio con­si­de­ran poco pro­ba­ble la exis­ten­cia de los Na­noty­ran­nus.

Los in­ves­ti­ga­do­res tam­bién pu­die­ron con­tar los ani­llos de los fé­mu­res y las es­pi­ni­llas como se hace en el tron­co de un ár­bol para de­ter­mi­nar su edad, dando como resultado que Jane tenía 13 años y Pe­tey 15 años.

Se pien­sa que Jane pe­sa­ba “solo” una to­ne­la­da al momento de su deceso, el cual ocurrió jus­to an­tes de la fase de cre­ci­mien­to ex­po­nen­cial, de no haber perecido, su crecimiento le ha­bría lle­va­do a una masa adul­ta de al­re­de­dor de 9,5 to­ne­la­das.

Wood­ward la­men­ta que sólo se con­ser­ven en­tre cin­co y sie­te fó­si­les jó­ve­nes de T-Rex en todo el mun­do, al­gu­nos de los cua­les se en­cuen­tran en co­lec­cio­nes pri­va­das e inac­ce­si­bles para los in­ves­ti­ga­do­res. Esta es la con­se­cuen­cia del fre­ne­sí de los co­lec­cio­nis­tas y el pú­bli­co por el T-Rex más mons­truo­so po­si­ble, en de­tri­men­to de los es­pe­cí­me­nes más pe­que­ños.

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