Este fin de semana es el último en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. En encuestas cierra con una aceptación de 77 por ciento según Enkoll para el periódico El País; la mayor simpatía es de mujeres, las personas de más de 75 años y los jóvenes menores de 34 año.
¿Se le va a extrañar como presidente? Pues depende de cada quien porque la nostalgia surge en los logros y reformas que se hayan emprendido para mejorar la calidad de vida y la conexión emocional con la población, a través de los discursos y acciones.
En ese sentido, podemos hablar de aciertos en los programas sociales y el aumento al salario mínimo mientras que de las críticas la violencia en el país, el manejo de la pandemia y la militarización.
Pero se tiene que decir: ningún presidente puede cumplir todas las expectativas. Aparte, la política es cíclica; cada mandato trae nuevas oportunidades y enfoques que pueden beneficiar al país y vivimos en una democracia que implica que los ciudadanos tenemos el poder de elegir a nuestro líderes, fomentando la esperanza en un futuro mejor con nuevas administraciones.
López Obrador deja huella pues en la política mexicana y puede ser que esto sea una razón válida para sentir tristeza y extrañarle porque se va de la presidencia pero también se tiene que considerar su salida como una oportunidad de cambio y renovación política en México.
