Hace unos días se volvió viral —en estos días lo que no se vuelve viral es asunto menor— un video en el que se observaba al senador priista Emilio Gamboa Patrón, yucateco él, descender de un helicóptero para subir a un yate. Hubiera sido una cosa de todos los días, un ascenso y descenso de rutina del senador tricolor, de no ser por el video y por haber aterrizado en un arrecife que es un Área Natural Protegida, donde está prohibido esta clase de maniobras.
El senador Gamboa, sensible él al mal humor social, dijo simplemente que había sido un error.
Y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente inició una investigación rauda y veloz —tanto como un helicóptero aterrizando en un arrecife protegido— que terminó con una sanción de los 2 millones de pesos a la empresa y la suspensión de la licencia al piloto.
¿Y a los prominentes pasajeros? No, a ellos ni con el pétalo de una rosa.
Además, ya el senador priista Gamboa prometió que va a estar al pendiente de las investigaciones. ¡Faltaba más! En este punto deberían estar sonando unas fanfarrias para el ínclito Emilio Gamboa por expresar tal nivel de preocupación. De aquí al muro de honor del palacio legislativo de San Lázaro.
Heliservicio SA de CV pagará los platos rotos. El senador Gamboa no se habrá despeinado ni un milímetro de bigote. Al fin y al cabo, así son los políticos de ayer, de hoy y siempre.