Lo escuché al pasar: dos funcionarios públicos del gobierno del estado, de muy buen nivel, defendían al presidente Enrique Peña. No hace falta decir en qué temas o decisiones; el hecho es que la lógica emanada del monolítico priismo les indicaba que el presidente de la república está en lo correcto.
En vísperas de que arranque el proceso electoral para elegir gobernador del estado de México —el 4 de junio de 2017—, me pregunto hasta qué punto el desapego social de la clase política del estado de México tendrá un efecto en las elecciones.
Imposible saberlo hoy. Tal vez lo sepamos la noche del 4 de junio del año próximo o en las primeras horas del 5 de junio.
Lo que ahora sabemos es que el “humor social” en el estado de México es favorable al gobernador Eruviel Ávila. Es un político bien calificado y con un grado de aprobación elevado. Aunque no se puede perder de vista que también existe un alto porcentaje de insatisfacción en sus calificaciones.
Los militantes y simpatizantes del PRI tienden a defender a los gobernantes emanados de su partido, sobre todo si se trata del presidente y el gobernador. A veces eso los coloca en una especie de burbuja, en la que se vuelven incapaces de entender y aceptar la crítica, pero es peor cuando además se vuelven incapaces de sostener argumentos solidos para contrarrestar los cuestionamientos e incluso convencer al antagonista —no necesariamente adversario—.
El PRI tiene una militancia de 2.4 millones de ciudadanos en el estado de México. ¿Serán suficientes para hacer frente al mal humor social y la insatisfacción?
