No sé por qué llegamos tarde a muchas cosas. Quiero decir, no sé por qué el estado de México llega tarde a muchas cosas.
No debe ser cosa de presupuesto, puesto que es uno de los mayores del país. Tampoco de conocimiento, porque nuestros funcionarios viajan, reciben a dignatarios locales y extranjeros, consumen lo que producen los medios de comunicación, y tienen un grado de inteligencia suficiente para desempeñar un cargo o función pública.
Pero vamos a la zaga. Aunque tengo fe —un concepto en boga en estos días— en que recuperaremos el terreno.
Por lo menos, ya lo estamos haciendo en materia de multas de tránsito, porque a partir de ya comienza la aplicación de sanciones mediante las videocámaras y radares, que revisarán que los automovilistas manejemos dentro de los límites de velocidad o, de lo contrario, nos llegará directamente a nuestro domicilio la correspondiente infracción.
Así como pasa en la ciudad de México. O en muchas otras ciudades del mundo —incluyendo varias latinoamericanas—.
El programa de marras se llama “límite seguro”. Y los primeros “clientes” están en Toluca, Ecatepec, Metepec, Naucalpan, Tlalnepantla, Atlacomulco, Ixtlahuaca, San Felipe del Progreso, Valle de Chalco, Texcoco, Chalco, Huixquilucan y algunas vialidades interestatatales.
Me parece muy bien. Ya nos habíamos atrasado en utilizar esa tecnología para castigar a quienes manejan como si pensaran en que las vialidades son pistas de la Fórmula 1 —cuando menos se hacen la ilusión—.
Lo interesante será saber cómo obligan a los infraccionados a pagar. Y cuánto se puede recaudar.