Recuerdo que hace unos años, poco más de 20, traer una calcomanía de la Federación Mexicana de Charros en el parabrisas o medallón del automóvil era un pasaporte a la impunidad.
En aquellos años, el deporte nacional por excelencia estaba asociado con cualquier cantidad de funcionarios públicos del más alto nivel, que los fines de semana se dejaban ver perfectamente montados —y enjaezados— en los lienzos de la república mexicana. Hoy, por razones que no viene al caso comentar, los hijos de la familia revolucionaria si se montan a un corcel es para organizar paseos bautizados como cabalgatas o jugar polo. Y las calcomanías ya sólo sirven para expresar afición a la charrería.
Aunque en estos días se ha confirmado que una de las disciplinas charras está en boga en los gobiernos: el jineteo. De yegua o de toro.
Acaban de avisar la Confederación de Cámaras Industriales y la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación que los gobiernos estatales y municipales se han rezagado en los pagos a sus proveedores por la friolera de 120 mil millones de pesos. En perjuicio de 40 mil pequeñas y medianas empresas que están esperando que los gobiernos de los estados y los ayuntamientos abran las carteras para liquidar los productos, bienes y servicios que ya devengaron.
Pues eso… el jineteo en pleno, con calificaciones de 28 puntotes si es de toro o sus 25 si se trata de una yegua. Jineteadas de excelencia.
