¿Por qué nos importa tanto la vestimenta de las primeras damas?, digo, porque al menos de eso suelen hablar las revistas de moda, periodistas y gente común por estos días, a raíz del cambio de estafeta en Estados Unidos y cada vez que se aparecen nuevas primeras damas o estas se hacen presentes en algún acto público.
¿Será que nos gusta ver a las esposas de los presidentes hacerle el honor a lo de “dama”, porque disfrutamos de los outfits, la moda, el estilo, o de los costos y diseñadores a los que la mayoría no podemos acceder? Es posible. Pero, hay que tomar en cuenta también que la ropa de las primeras damas tiene un uso político como ayer que Melania Trump vistió de negro para aludir al luto que ella, su esposo o ambos vivían por dejar la presidencia. Que es también una forma de comunicar, influir y reflejar poder.
El problema sin embargo es que se trasciende mas por la ropa que las obras. ¿Cuántas veces tomó el micrófono Melania durante el mandato de su esposo?, ¿nos acordamos de su participación en instituciones de índole benéfica o social?
La vestimenta de las primeras damas las deja ver solo como un adorno que envía discursos públicos, sin un potencial individual.
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