«Más vale pedir prestado que robar», según el dicho. Pero, ¿qué tal si al que le vas a pedir prestado, te roba?
Existen préstamos al consumo, de estudios, hipotecarios y personales. Estos últimos son los más frecuentes y se recurre a ellos para financiar necesidades específicas en un momento determinado.
Los préstamos personales son autorizados por bancos o instituciones establecidas que obviamente, piden requisitos y señalan límites.
Sin embargo, la promesa de préstamos personales de una forma fácil, rápida, sin compromiso, enganche o avales, existe desde publicidad en las calles o sitios en internet.
Pero, ahí las tasas de interés suelen ser más altas porque el riesgo que corren al prestar dinero es mayor.
Para evitarnos abusos o fraudes, lo mejor es acudir a instituciones formales y esperar. Eso puede hacer la diferencia entre pedir prestado o que nos roben.