Desde la semana pasada en México tenemos 8 partidos políticos nacionales. Se incorporó a la lista un partido llamado Encuentro Solidario, mientras que a Mexico Libre, la organización de la excandidata presidencial Margarita Zavala (y por lo tanto de su marido Felipe Calderón) le dieron pa’ sus tunas.
Además, existen en el país unas 80 agrupaciones políticas nacionales, que se según la definición oficial son “asociaciones ciudadanas que contribuyen al desarrollo de la vida democrática y de la cultura política, así como a la creación de una opinión pública mejor informada”.
El arriba firmante, que constantemente habla consigo mismo, se pregunta qué tanto ha mejorado nuestra vida política democrática con tantos partidos. Y me respondo que nel. Que salvo contadas excepciones que han calado realmente en la vida pública nacional, partidos van, partidos vienen, y en los presupuestos se entretienen. Para la mala suerte de los políticos profesionales, los ciudadanos a pie creemos que los partidos políticos sólo se concentran en dos cosas: las prerrogativas —léase, la lana, la marmaja— y las elecciones.
Ni honrosas excepciones se pueden mencionar en esta media plana de partidos o políticos que hayan fortalecido la vida política generando una participación abundante o permanente, más allá de acudir a las urnas. Ustedes dispensen, señoras y señoras.
Miren ustedes, mis estimados y fieles cuatro lectores: la media histórica de participación electoral es de 57.58 por ciento, según los cálculos del Instituto Nacional Electoral. Tener más partidos políticos no garantiza que más personas se decidan a ir a votar. Además de que la participación política no puede ni debe limitarse al ejercicio del sufragio, porque eso es lo más sencillo. Lo verdaderamente difícil es lograr que la voluntad del ciudadano común y corriente se incline a concurrir y contribuir con otros asuntos de interés general.
Aquí hago una anotación, porque nuestra memoria es corta y no faltará quien esté pensando en que el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador —marca registrada— logró una participación ciudadana histórica en las elecciones. Pues alegra decirles que en 2018 participó 62.65 por ciento de los electores, pero que en la elección de 1994 participó 77.15 por ciento del padrón electoral. Es decir, en términos proporcionales la participación fue mayor hace un cuarto de siglo. Servidos.
De las agrupaciones políticas nacionales, ni hablar. Desde 1997 en que aparecieron estas organizaciones, se han extinguido 110 —aunque subsisten las mencionadas 80—. Las que pasaron a desaparecer, no lo hicieron porque tuvieran ganas de dejar de vivir ordeñando al erario público. No, la gran mayoría desaparecieron por “irregularidades encontradas en la revisión de los informes anuales de ingresos y gastos”, es decir, porque todo parece indicar que se transaban la lana que les da el Instituto Nacional Electoral o el que les donaban sus simpatizantes. Pura gente fina y honorable.
Pero se acercan las elecciones de 2021. Los partidos y los políticos se acercarán al ciudadano como lo acostumbran cada proceso electoral. Luego se olvidarán de sus promesas. Si te vi, ni me acuerdo.
¿Para qué querríamos más partidos los mexicanos?