La reacción más común de los padres de familia que recogen a sus hijos de la escuela es la de “Me vale”: me vale estacionarme en el carrusel, en doble o tercer fila; evitar formarme; ponerme a platicar y recibir a los hijos como si no los hubiera visto en días. Nos vale el tiempo y necesidades de los demás.
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Pero guste o no, tenemos reglas de convivencia y las de la calle, para vehículos, están inscritas en el Reglamento de Tránsito del Estado de México.
Además, a la actitud de soberbia o desprecio por los demás se agrega la ignorancia o desconocimiento de las leyes y normas que nos rigen. Dejemos de cerrarnos a la razón y al entendimiento y respetemos el libre tránsito de las personas.
Vivimos en sociedad. La soberbia y la ignorancia no son excusas. Son actos voluntarios y van de la mano. Son la dosis exacta de mediocridad.