¡Oh, desilusión!
Nuestra Policía Cibernética —digo nuestra porque los ciudadanos la pagamos y porque pertenece a nuestro estado de México—no había logrado hilvanar el hilo que la condujera a saber quién o quiénes están detrás del mensaje de los puntos suspensivos y el número uno que recibieron varios centenares de usuarios de telefonía celular del valle de Toluca.
Es que cuando uno, simple mortal, pronuncia o piensa en Policía Cibernética —nótense las mayúsculas que genuflexionan ante la denominación policiaca de marras—, se imagina un grupo de personas que están frente a una computadora, vigilantes y atentos de miles de datos que pasan frente a su pantalla cada minuto y que con una serie de teclazos y complicadas operaciones evita la comisión de delitos, detiene los ataques de los piratas informáticos, descubre tramas criminales muy elaboradas y hasta evita actos de terrorismo digital. En suma, como de película o de serie de televisión.
Pero no. No sé cómo va la cosa de la Policía Cibernética, pero no va por ahí.
Pasadas 24 horas de que miles de usuarios de telefonía recibieran el críptico mensaje, la Policía Cibernética ha identificado 84 números de los cuales se envió el mensaje de texto —cosa que no requirió más trabajo que enlistar los números que fueron denunciado quienes denunciaron el hecho—, ha señalado a las principales compañías de telefonía celular en México y párale de contar.
Ni los especialistas desvelados, rodeados de vasos de café y golosinas varias, rastreando el mundo cibernético profundo ni algo que no sepamos ya. ¡Oh, desilusión! Eso me pasa por ver CSI: Cyber.