La Universidad Autónoma del Estado de México, como un ente donde conviven varios miles de personas —85 mil estudiantes, solamente—, no podía estar ajena a un movimiento como el #MeTooAcadémicos que surgió en el país en los últimos días.
A partir de la aparición de una cuenta de denuncia anónima, pero bien identificada por quienes la administran, ha surgido una oleada de señalamientos de acoso sexual en contra de integrantes de la comunidad universitaria: catedráticos, investigadores, directivos de centros de investigación, estudiantes, servidores universitarios y hasta en contra de académicas universitarias.
Este tipo de denuncias entrañan un riesgo. Se trata de un tema sensible, pero escabroso.
Así que, ¿qué debe hacer la Universidad Autónoma del Estado de México?
El rector Alfredo Barrera Baca salió al paso de los señalamientos y recordó que 9 docentes han sido dados de baja por casos de este tipo. Además, pidió pasar de la denuncia mediática a la formal. Bien por el rector.
Pero, ¿qué debería hacer el Consejo Universitario, cuando en estas denuncias aparecen personajes poderosos al interior de la Universidad Autónoma del Estado de México? Algunos de ellos se han opuesto a cualquier tipo de cambio que amenace a sus intereses, que por lo visto van más allá de lo meramente académico o económico. ¿Puede el Consejo Universitario suspenderlos y someterlos a una investigación, con el fin de dejar a salvo su fama pública o sancionarlos?
Se antoja necesaria una intervención más definitiva y firme del máximo órgano de gobierno de la UAEM, en donde están representados alumnas y académicas víctimas de acoso. No una cacería de brujas, pero sí una limpia fundamentada.
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Ya que hablo de la UAEM, cuentan que un “investigador” que se ostenta como doctor, pero no se ha titulado como tal, prefiere jactarse de ser integrante de la Universidad Nacional Autónoma de México antes que mostrar su pertenencia al cuerpo académico de la Autónoma del Estado de México, en donde cobra desde hace muchos años. En uno de los cargos honorarios que tuvo recientemente, su ficha no tiene ni una alusión a la universidad que le paga y le sirve para hacer estancias de investigación aquí y allá. ¿Una pista? Cobra en una de las facultades con más señalamientos del #MeToo de la UAEM.
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