No cabe duda que los seres humanos somos nostálgicos respecto a lo materiales. Añoramos cosas que tuvimos de niños u objetos clásicos que nos parten el corazón. Me refiero en particular a la música y a la opción de escucharla en discos de vinilo. Hoy en día se han puesto de moda los discos de 33 revoluciones por minuto y ocupan un lugar especial en los puestos de música, almacenes y tiendas de coleccionistas. Eso sí, rondan los mil pesos, cosa que no sucedería hace 40 años pues su equivalente en pesos era mucho menor.
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El punto es que grandes y chicos quieren los discos para experimentar la sensación de colocarlos en una consola -que también hay que comprar o conseguir-, verlos caer sobre el plato giratorio; que el brazo fonocaptor se mueva y la aguja haga contacto con el disco y empiece a tocar.
Pero la realidad es que los discos de vinilo nunca desaparecieron; solo dejaron de estar de moda debido a la aparición del CD, el MP3, el iPod y, recientemente, de Sopotify . En la Ciudad de México se cuentan en decenas los establecimientos donde se venden acetatos. Seguramente así como hoy pasa, volverá la moda de los casetes y hasta del fonógrafo, al fin que al cabo los humanos somos nostálgicos. Y la nostalgia vende. Es un negocio rentable.