La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) consideró que el valle de México —estado de México, Distrito Federal y algunos municipios de Hidalgo— es el motor del crecimiento y el desarrollo económico de México. Pero ese motor “ha estado perdiendo tracción”.
Al presentar el Estudio Territorial de la OCDE sobre el Valle de México, el secretario general de la OCDE, José Angel Gurría, señaló que 17 por ciento de la población mexicana vive en el valle de México, donde se produce casi una cuarta parte del PIB nacional y se concentran alrededor del 18 por ciento de los empleados a nivel nacional.
Pero señaló que el crecimiento registrado en el periodo de 2003 a 2010 ha sido plano: un crecimiento económico anual promedio per cápita “de sólo 0.5 por ciento”, mientras la productividad laboral sólo supera ligeramente el promedio de las 33 áreas metropolitanas de México. Y advirtió que a pesar de que en el Valle de México la marginación se ha mantenido en niveles bajos, “las desigualdades siguen siendo elevadas, poniendo en peligro la cohesión social”.
Entre los problemas que la OCDE advierte en la zona metropolitana del Valle de México está un desajuste entre la ubicación de los puestos de trabajo y la localización de las viviendas.
Gurría Treviño propuso cuatro grandes medidas para que el valle de México “siga siendo la locomotora del desarrollo económico nacional”.
La primer medida es facilitar el desarrollo en las áreas centrales y mejorar la oferta de vivienda nueva y asequible. “Para lograrlo será necesario eliminar los obstáculos al desarrollo del mercado de alquiler, prestando especial atención a los barrios céntricos y de fácil acceso, a fin de reducir los desplazamientos y aumentar la movilidad laboral”.
De forma paralela, indicó, se debe planificar un crecimiento inteligente en las zonas periféricas con miras a promover viviendas más sostenibles en esas áreas.
La segunda medida es afrontar los problemas de movilidad de manera coordinada entre estados y municipios, ya que una de las mayores dificultades a la que se enfrentan diariamente miles de pasajeros es la fragmentación del sistema de transporte.
En tercer lugar, se debe promover la coherencia entre las políticas de desarrollo urbano y de sustentabilidad ambiental. “Es necesario poner en marcha directrices medioambientales y normas en materia de ordenación del territorio, movilidad, regeneración urbana, vivienda e infraestructuras urbanas que reduzcan el impacto de la zona urbana en el medio ambiente. La calidad del medio ambiente en una zona urbana es también un activo económico y un componente fundamental del bienestar y la salud, por eso su preservación es crucial”, indicó Gurría Treviño.
La cuarta medida es resolver las “graves deficiencias de gobernabilidad urbana”. En este sentido, indicó que “los sistemas de gobernabilidad de la zona metropolitana son complejos, fragmentarios y a menudo incoherentes. Ello dificulta el crecimiento de la productividad, la sustentabilidad ambiental y el aumento de la calidad de vida de sus habitantes. Para ver más allá de los conflictos y rivalidades locales que en algunos casos llevan a los actores de la región a perseguir objetivos contrapuestos ante desafíos comunes, el valle de México necesita promover mecanismos de colaboración y coordinación intergubernamentales”.
La OCDE indicó que el valle de México necesita “gobiernos municipales con empleados bien capacitados y estándares éticos de primer orden. No debemos olvidar que la calidad de la administración pública determina la capacidad de un gobierno para mejorar la vida de sus ciudadanos”.