Para nadie es una sorpresa que el presidente de la república cuestiona a los medios de comunicación. Y se ha referido a estos de forma peyorativa lo mismo que a periodistas. Ha sido además, insistente o recurrente, de hecho casi a diario, en denostar el trabajo que realizan.
Durante tres años ha demeritado al periódico Reforma, al periódico Financial Times, a El Financiero, a portales de noticias, a periodistas. Y lo hace desde el púlpito de Palacio Nacional, sin reparar en pruebas o refutar hechos y en cambio confiando en que se le debe de dar crédito por ser quien es.
Pero hay algo que en principio no entiende: que los medios de comunicación y periodistas no trabajan para el poder establecido. Y esto implica que no tienen porqué estar de su lado o comulgando con su ideología y por tanto sus decisiones, comportamiento, acciones y obras.
Los medios y periodistas existen para cuestionar lo que se hace o deja de hacer desde el poder en todos sus ámbitos. Si no lo hacen, incurren en su razón de ser de informar y orientar a la población; de ejercer el derecho a la libertad de información y expresión, de defensa del derecho a la información y de propugnar por un entorno democrático.
Los medios tienen una responsabilidad social histórica.