Peatonalizar

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¿Peatonalizar o no peatonalizar? Esa es la cuestión.

El gobierno municipal de Toluca dispuso hace dos semanas cerrar a la circulación vehicular el primer cuadro de la capirucha del estado de México.

Y de inmediato, vino la crítica del sector empresarial a la decisión de crear un corredor peatonal en las calles de Hidalgo, Bravo e Independencia. Con impacto adicional en la avenida Juárez, las calles de Aldama, Allende, Galeana, Matamoros y Rivapalacio. Un perímetro de un kilómetro. El comercio establecido argumenta que ha tenido pérdidas millonarias por la decisión del ayuntamiento de Raymundo Martínez. Y el gobierno municipal asegura que la medida ha sido bien recibida.

La polémica está en el aire y el arriba firmante quisiera, si se lo permiten —y si no, también—, atizarle al fuego. Metafóricamente hablando, desde luego (no haya a ser que a alguien se le ocurra prenderle fuego a un autobús, como ya ocurrió en pleno centro de la ciudad, como cortesía de la administración juanrodolfista).

La peatonalización de parte de los centros urbanos en distintas ciudades de México y el mundo no es cosa nueva. De hecho, Toluca ya lo experimentó, durante la administración de Armando Enríquez Flores. Y ahí está la Ciudad de México, en donde distintas calles del centro histórico se vuelven peatonales los fines de semana con resultados positivos para los visitantes, comerciantes y prestadores de servicios.

En la tierra del Tláloc de cabeza inclinada, el rechazo tiene argumentos económicos: el ambulantaje se apodera de las calles y el comercio establecido no vende.

Paradojicamente, la peatonalización de los centros de las ciudades termina por favorecer al comercio establecido. Los expertos en urbanismo lo saben y lo recomiendan. Saben que mucha gente acude a los centros comerciales con el único fin de caminar, ver aparadores y observar la mercancía, lo que suele conducir a un deseo de compra o concretamente a la compra-venta. Y para nadie es un secreto que en Los Portales y alrededores está la zona comercial al aire libre más importante y extensa del valle de Toluca.

Además, las calles peatonalizadas atraen al turismo. La peatonalización provoca una renovación del comercio. En vez de ser un obstáculo, es un estímulo para promocionar la actividad económica y social de una ciudad.

Desde luego, se necesidad atender la accesibilidad y facilitar el estacionamiento, además de ordenar el comercio ambulante y semifijo. Tal vez sea ahí donde el ayuntamiento toluqueño tiene que transigir y pensar en la posibilidad de que calles como Aldama, Allende, Galeana y Matamoros sirvan de acceso y salida —¿doble sentido algunas horas?— para los estacionamientos, que a su vez tendrían que ofrecer tarifas más bajas que las normales para estimular el uso de sus espacios. Un juego de suma cero, en el que el centro de Toluca puede ganar mucho.

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