Perder el miedo

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Los acontecimientos ocurridos en Texcaltitlán el pasado viernes son el desenlace de un proceso de descomposición.

La extorsión, la operación de los grupos criminales en este municipio del sur del estado de México, es una constante desde hace muchos meses.

De Texcaltitlán se ha mostrado videos de la presencia de criminales desde 2019. En junio del 2022 hubo un enfrentamiento entre fuerzas del orden y delincuentes que dejó como saldo 11 personas muertas.

La presencia de este grupos de la delincuencia organizada ha trastocado la vida de este y otros municipios. Su presencia y su perniciosa influencia en la vida cotidiana se volvió parte del día a día. Lo saben y lo puede contar taxistas, comerciantes y prestadores de servicios. También los políticos. Fue, durante mucho tiempo, una especie de secreto a voces. Hasta que explotó.

Hay otros lugares en el estado de México en condiciones semejantes. Asolados por los criminales que en algunos lugares forman una especie de gobierno alterno. Pero a diferencia de Texcaltitlán la gente no se ha organizado, todavía. La explosión del viernes no fue casual. Fue una respuesta social anónima pero coordinada. Calladamente organizada. Sabían lo que podía ocurrir y también saben las consecuencias. Pero cuando la gente ya no tiene nada que perder, también pierde el miedo.

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