Piensa mal y acertarás. La causa de la causa es causa de lo causado.
Esas frases han estado taladrando la cabeza del arriba firmante —porque aunque no lo parezca, de vez en cuando me entero que tengo neuronas— a raíz de varios sucesos en el ámbito de lo político. Sucesos retorcidos, debo decir, como la mente truculenta de algunos políticos.
El primero es el telefonema de una supuesta casa encuestadora que, por lo que sé, ha llamado a todas las casas, oficinas y teléfonos celulares registrados en el estado de México. En esa llamada preguntan si el interlocutor sabe que Delfina Gómez se pagó una liquidación de 400 mil pesos cuando terminó su administración municipal en Texcoco e inquieren si eso está bien o mal.
El segundo es que en Texcoco un helicóptero lanzó volantes con amenazas y mientras el gobierno del estado minimiza el hecho, el ayuntamiento de Texcoco asegura que se trata de un asunto político-electoral —¿quién puede explicarme que alguien grabe el vuelo de un helicóptero, cuando ya son cosa de todos los días, y además lo haga exactamente cuando lanza los papelitos?—.
La primera impresión apunta a que la llamada y lo del helicóptero tengan un origen priista. Es la explicación más sencilla y simple. Pero en política nada es tan sencillo como parece.
Así que, si se me permite —y si no, también—, lanzo una interrogante que me escuece: ¿y si la aparente víctima de estos hechos es también quien los ha generado?
Perdonarán el retruecano mental, perdonarán lo malpensado, pero… ¿y si la causa es causa de lo causado? ¿piensa mal y acertarás?