Cuando las cifras acerca de la percepción de inseguridad señalan niveles altísimos de miedo de la población de las ciudades mexiquenses, de inmediato el arriba firmante se pregunta ¿qué papel juegan en esta sensación de temor los cuerpos policiacos?
Y como el arriba firmante conversa con él mismo, de inmediato se responde que lo que hacen, pero especialmente lo que dejan de hacer, los y las policías contribuye a la percepción de inseguridad que, en promedio, resienten ocho de cada 10 habitantes de las ocho ciudades mexiquenses incluidas en la Encuesta Nacional de Seguridad Pública del Inegi.
La profesión policiaca está entre las más descalificadas y menos confiables para el mexicano promedio. Las instituciones del ramo lo saben y aunque han intentado revertir esa desconfianza, son contadas las ocasiones en que lo consiguen. En el imaginario popular, el policía —o la policía— inicia sus tareas recién egresado de las academias con ánimos y deseos de proteger y servir, y poco a poco se ve envuelto en la maraña de un sistema que lo transforma en un ser estresado, irascible, con condiciones laborales precarias, corrupto, con sobrepeso, y sin compromiso social.
El Censo Nacional de Seguridad Pública Estatal 2021 —actualizado en septiembre de 2022— señala que en el estado de México hay 20 mil 196 policías. De ninguno sabemos si cuenta con el Certificado Unico Policial porque no se reportó ningún dato. Este documento acredita que los y las policías son aptos y que cuentan habilidades y las aptitudes necesarias para el desempeño de su cargo.
Lo que sí sabemos es que en México sólo uno de cada cinco policías posee las nociones necesarias sobre los protocolos básicos de actuación, es decir, lo que hay que hacer en los casos de emergencia, atención a víctimas, uso legítimo de la fuerza, violencia de género e incluso sobre la cadena de custodia.
También sabemos que la entidad mexiquense ocupa el segundo lugar por el número de quejas ciudades contra policías ante las Unidades de Asuntos Internos.
Las cifras apuntan a que cuando se expresa desconfianza en las corporaciones policíacas y sus integrantes, la opinión popular tiene sustento. Al margen de los datos estadísticos, también hay bases en los hechos, como cuando los policías pasan de largo ante una emergencia evidente en el espacio público o cuando se hacen de la vista gorda ante un hecho de violencia o cuando en vez de ayudar a la víctima de un delito, la cuestionan y reprenden, cuando lo que hay es desatención.
Falta actitud y vocación de servicio. Falta empatía. Falta dejar de lado la idea de “autoridad” y cambiarla por la de “asistencia” o “auxilio”.
Nezahualcóyotl es el único municipio mexiquense en donde se la logrado revertir la sensación de miedo e inseguridad en los años recientes. Hace una década tenía porcentajes del 90 por ciento, hace seis años eran de 84 por ciento —el que ahora tiene Toluca— y se redujeron a 72 por ciento. Hay modelos y sistemas eficientes y con resultados palpables. Se necesita tiempo y continuidad.