“Cuéntame una historia antes de dormir”, es una de las peticiones entre los niños que han sido acostumbrados a leer. Es decir, tres de cada diez mexicanos. El resto no ha tenido contacto con un libro que no sea de los que regala la SEP en las primarias.
Las autoridades del ámbito cultural lo mismo que empresas privadas y organizaciones no gubernamentales pueden insistir en que como sociedad debemos fomentar en los pequeños el hábito de la lectura pero siendo el país con mayor pobreza infantil y uno de los que menos invierte en su niñez, según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos, no se piensa en libros sino en comer.
Hoy es el Día Internacional del Libro Infantil. Una fecha que se creó en honor a Hans Christian Andersen, autor de cuentos como El Patito Feo, Pulgarcito, El soldadito de plomo, El traje nuevo del emperador, La Sirenita y la Reina de las Nieves. Todos por cierto, tienen como temas de fondo a la pobreza, discriminación y soledad, en la que además vivió el escritor. Tal como lo recreo Has Chrsitian Andersen con sus personajes, así viven la mayoría de los niños en México: sin condiciones mínimas de educación, salud, seguridad social, vivienda, y alimentación.
“Los niños se hacen grandes lectores en el regazo de sus padres” y “Leer es un derecho”, son frases usadas para motivar a la lectura infantil pero, ¿quién piensa en leer cuando el hambre aprieta?