Raymundo Martínez Carbajal sabe que recibirá una embarcación sin rumbo. O una bomba de tiempo. Sabe que Toluca, el municipio que alberga a la capital del Estado de México tiene problemas como nunca antes en su historia reciente. No duda en admitir que en breve iniciará un gobierno en una ciudad insegura, sucia y —agrega el arriba firmante— quebrada.
También sabe que Toluca tiene muchas virtudes. La primera, su población, aguantadora —resilente, dicen hoy— y comprometida. De otro modo no habría aguantado el último año de un gobierno de Juan Rodolfo Sánchez que se desdibujó, entre lo que Ricardo Moreno, exsecretario del ayuntamiento toluqueño, ha descrito en estas mismas páginas como una ola de corrupción, contraria a los pricipios de la cuarta transformación.
El futuro alcalde de Toluca sabe que debe dar resultados desde el primer día. La urgencia de rescatar a la capirucha mexiquense es mucha y no admite retraso.
Endeudada, sin seguridad suficiente, sin servicio de limpia eficiente, con baches por doquier, sin semáforos en cruceros vitales, Toluca se encuentra al garete. Sin rumbo y con la imperiosa necesidad de que alguien tome el timón que se rompió, se soltó o ve tú a saber qué ocurrió, pero dejó a la ciudad capital sin dirección. Martínez Carbajal está convencido de que él debe tomar el mando del barco y conducir a la tripulación a buen puerto.
Pero no para emprender de nuevo un viaje sin brújula ni cartas de navegación. O con una carta de navegación con un destino de ilusión—como el que parece que políticamente se planteó el todavía alcalde—. Hay que llevar al barco a puerto para repararlo y echarlo a andar de nuevo. Además de darle descanso y sosiego a una tripulación a la que han tenido hasta en la incertidumbre de no cobrar sus haberes.
100 días se ha fijado Raymundo Martínez para encauzar las cosas. Para seguir ejemplos de gobiernos municipales que han cumplido con las expectativas. Para hacer la reingeniería fiscal, financiera y hacendaria que servirá de base para emprender un gobierno que ya hoy tiene una alta expectativa.
Delegación por delegación, de la mano de los habitantes de Toluca, la falta de recursos tendrá que suplirse con el trabajo de los toluqueños y reivindidar al municipio que alberga a la capital del estado.
De forma simultánea, con la tarea de recuperar el patrimonio de la comuna que se dejó o se entregó en manos privadas, que seguramente hicieron un negocio redondo. Con el proyecto de poner en marcha verdaderamente un modelo de policía que ha dado resultados en otras ciudades del país y del Estado de México. Con el propósito de dotar de servicios suficientes y eficientes. Recuperar, ha sido el verbo usado por Raymundo Martínez. Pero eso debe ser sin ingenuidad ni realismo mágico. Con conocimiento y metas claras y transparentes.