Con las redadas y deportaciones de indocumentados que se han anunciado por el gobierno de Donald Trump surge la empatía, solidaridad y apoyo de México a sus connacionales de diferentes maneras. Un caso es de las ciudades fronterizas y organizaciones que han expresado su disposición a ofrecer ayuda humanitaria y emocional por lo que, inmediatamente, decidieron ampliar los albergues para recibir a los paisanos.
Y es que la mayoría de migrantes, al igual que cualquier persona, tienen familias, sueños y aspiraciones y es esencial reconocer y defender sus derechos humanos. Se trata de connacionales que cursaron la Preparatoria o menos, que han venido trabajando en sectores como la construcción, manufactura y servicios, y su lugar de residencia ha sido California, Texas, Arizona e Illinois. Se calcula que son cuatro millones cien mil mexicanos sin documentos para estar en la Unión Americana.
Otro dato es que la edad media es de 44 años para hombres y 46 años para mujeres, con una distribución de género de 52.6 por ciento hombres y 47.4 por ciento mujeres. Los paisanos viven con las deportaciones, entre otras cosas, la separación familiar y miedo a la incertidumbre. Es por eso que se hace indispensable escuchar sus historias y comprender sus luchas; considerar los riesgos a que quedan expuestos, como violencia y pobreza, y participar en actividades que promuevan su bienestar.
Muy aparte de lo que podamos enfrentar en materia económica y social por el eventual regreso masivo de connacionales, está su condición de seres humanos. México está con los migrantes que serán repatriados.