El tren de carga hace de las suyas casi a diario en la zona de La Maquinita. Y hay días en que se estaciona durante horas, impidiendo o dificultando la circulación de vehículos y personas en avenidas como Isidro Fabela, Filiberto Gómez, Antiguo Camino a San Lorenzo o Río Verdiguel.
Y aunque varios centenares o miles de personas resultan afectadas cada vez que a los operadores del ferrocarril hacen maniobras o de plano estacionan los vagones, ninguna autoridad federal, estatal o municipal ha intervenido. Como si la cosa no fuera con ellos, como si la gente que sufre constantemente las penurias de transitar por la zona no tuviera representantes populares, como si no hubiera alguna autoridad ejecutiva que tomara cartas en el asunto, como si la empresa Kansa City Southern de México tuviera patente de corso para hacer lo que le venga en gana en lo que más que vialidades fuera su patio de maniobras.
Como si la empresa concesionaria de los ferrocarriles en esta región del estado de México viviera en un estado de excepción. Como si no hubiera que molestarla para que siga transportando mercancías.
Mientras, la movilidad de la zona norte del casco urbano de Toluca se encuentra al arbitrio de los intereses de una empresa o sujeta el humor de sus empleados. Los derechos de unos por encima de los derechos de otros. E ignorados por quienes deberían garantizarlos.
