Un mundo mejor

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Esta semana se conmemoró el Día Internacional de la Mujer. En una fecha como esta, todos hacemos profesión de fe en favor de las mujeres. Sobre todo quienes ocupan un cargo público de alto nivel, donde es menester decir en esta ocasión que las mujeres son la prioridad y reconocer que hay una deuda pendiente con el sector femenino de la sociedad mexicana.

Aunque se trate de edulcoradaa expresiones que se han vuelto lugares comunes y propias sólo para los discursos. Porque todos sabemos que en la realidad las mujeres siguen frente a promesas incumplidas y buenas intenciones que no pasan de serlo. En la oratoria oficial se oye bonito, rimbombante y mayormente hueca.

Desde luego, hay hechos que en algunos casos muestran con acciones que los enunciados van acompañados de acciones. Se trata de casos excepcionales. Por falta de oportunidades y acciones afirmativas, la mayoría de las mujeres sigue a la espera de alcanzar su potencial de desarrollo. Las académicas, investigadoras, empresarias, políticas, estudiantes, artistas, funcionarias, se desarrollan al parejo de los varones. Y cuando llega la hora de que se de el paso para que ocupen las vacantes, siempre hay un pretexto o un argumento. O un varón que en el último momento se atraviesa.

No hay suficientes mujeres en posiciones clave en el poder público. Tampoco en las actividades empresariales. Su presencia en la academia y la investigación está a la zaga.

Desde luego, nadie discute que no hayan obtenido espacios preponderantes ni que consigan por propio derecho galardones de gran envergadura. O que cosechen triunfos, mayormente por un esfuerzo personal (y familiar, en el mejor de los casos).

Sí, pero falta. Porque se les niega tácitamente el reconocimiento a su trayectoria y el espacio que demanda su talento. Se les da “atole con el dedo” para que el esfuerzo denodado sea interminable, mientras se impone el amiguismo, el dedazo o el compadrazgo.

Y sucede lo mismo en muchas familias, donde la prelación la tiene el varón. Donde se asignan roles a las mujeres que distan mucho de generar un proceso que reconozca y refuerce sus capacidades, confianza, visión y protagonismo, y por lo tanto le ponga en el camino de defender su ser y estar. Donde el papel de varón lo parapeta de ejercer tareas del hogar, incluyendo limpiar o cocinar. Perpetuando un sistema que nos ha llevado hasta donde estamos.

La lucha de la mujer en un día como el de ayer, y también en un día cualquiera es la lucha por la igualdad. La lucha por un mundo mejor. Porque un mundo mejor para las mujeres es un mundo mejor para todos.

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