8 de cada 10 jóvenes, con empleos precarios

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En Mexico el 58 por ciento de los jóvenes que tienen un trabajo no tienen un contrato firmado, están trabajando en irregularidad y perciben entre el 57 y 60 por ciento del salario mínimo, es decir, ni siquiera el salario mínimo reconocido legalmente, sin prestaciones legales o servicios de salud, prestaciones para vivienda o estabilidad laboral.

(Foto: cortesía).

De tal suerte que 8 de cada diez jóvenes no recibe ingresos suficientes para obtener una canasta básica para dos personas.

Laura Elizabeth Benhumea, profesora investigadora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma del Estado de México, refirió que el tema del desempleo juvenil es una problemática que ha ido en aumento en el último año, no solo en Mexico sino en todo el mundo.

“El empleo en los últimos años se ha caracterizado por precariedad que incluyen tres aspectos: la temporalidad del empleo, los bajos salarios y la informalidad; estas tres características las están viviendo en todo el mundo”

De tal suerte que se está sentenciando a toda una generación a vivir en condiciones de pobreza, situación que se agrava ya que las personas que en este momento tienen de 18 a 25 años en una década más serán quienes deberán sostener la economía de todo el país, considerando los niveles de envejecimiento de la población que actualmente tienen.

Aseguro que otro de los factores que ha sido determinante son los contenidos o carreras que se están escogiendo entre la población joven, es decir, se tiene una sobre oferta de egresados de ciertas carreras y escasez en áreas de especialidad que son las que demanda el mercado.

Indicó que en este momento más que nunca es indispensable que las universidades tanto públicas como privadas reorienten sus contenidos y manera de enseñanza, con el fin de que los jóvenes tengan oportunidades laborales al egresar, lo que impactará en su nivel de ingresos pero además en la dinámica social, ya que al momento se estima que hasta el 60% de la población entre 18 y 29 años sigue viviendo con sus padres, sin compromiso o intención de independizarse o formar núcleos familiares propios.

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