Acomodar las calabazas

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Corría el año de 2004. Hace la friolera de 18 años. Igual que ahora, la fiebre por la sucesión de la gubernatura del Estado de México estaba en su apogeo. Era una época sin redes sociales que informan, viralizan y seducen, y tambien crean alucinaciones. Una era de buena política, de diálogo y de apretón de manos, así que  los entonces aspirantes priistas a la candidatura tricolor sostuvieron un encuentro con comentaristas, analistas, columnistas, conductores, directores y editores de medios de comunicación de Toluca.

Ahí estaba en calidad de delegado del CEN priista Manuel “El Meme” Garza González, legendario político tamaulipeco que llevaba en lomos la operación de docenas de elecciones. La elección por la gubernatura mexiquense ya se notaba difícil, después de la victoria panista en el 2000. Se requería un operador del calado y el bagage del “Meme” Garza, que llegó y condujo al rebaño a estos encuentros —porque antes y ahora, en política nada sustituye tête-à-tête—.

En aquella ocasión, entre los dichos norteños y el atole con el dedo que disparaba a diestra y siniestra, El Meme soltó una anécdota: lo habían designado coordinador de la campaña de cierto paisano suyo, al que se llevó a una loma y le mostró el lugar que pretendía gobernar. Le soltó una única idea: la población del municipio del que quieres ser presidente municipal ya lo tiene todo: agua, drenaje, pavimentaciones, guarniciones y banquetas, policía, carreteras, comunicaciones… y le preguntó: “¿qué les vas a ofrecer?”

El mítico operador sabía que la maquinaria electoral y “la cargada” funcionaban todavía, así que el problema no era ganar la elección, sino tener al menos una oferta genuina y real, que pudiera crear una expectativa positiva… y justificar la victoria —fuera como fuera—.

Ahora que muchos actores políticos mexiquenses —mujeres y varones— andan en pos de las candidaturas de sus respetivos partidos políticos el arriba firmante se hace la misma pregunta: ¿qué le van a ofrecer los aspirantes a la gubernatura del estado de México a una población que ha visto pasar gobiernos de todos los signos políticos? La pregunta es general, dado que “la cargada” ya no funciona. Ni la operación tamal ni el ratón loco ni el padrón rasurado ni la compra de votos garantiza un triunfo electoral.

¿Qué van a ofrecer? Todo lo hemos escuchado ya. De buenas intenciones está empedrado el camino a nuestro infierno. Y los problemas siguen siendo los mismos si no es que peores. Si bien es cierto que la gubernatura mexiquense no conoce la alternancia, el Estado de México sí ha visto pasar gobiernos de todos los signos e ideologías políticas. Y hasta ahora, no hay mucha diferencia. Habrán de perdonar la franqueza: son iguales —hasta que demuestren lo contrario—. Y, parafraseando al politólogo Juan Carlos Villarreal, mientras no se bajen de sus camionetotas y del pedestal de sus redes sociales, difícilmente serán distintos.

Las y los aspirantes se concentran en lograr que sus respectivas formaciones políticas los postulen, y los problemas crecen y se multiplican. La inseguridad no cede. La tranquilidad no existe. La economía se estanca. El empleo es más precario. Se reduce la disposición de agua. El sistema de salud se debilita.

Ellos prefieren estar en lo suyo: en la búsqueda del poder. Porque saben que, como decía El Meme Garza, andando la carreta se acomodan las calabazas. Podridas, pero se acomodan.

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