¡Ah!, cómo son listos los de corazón priista acusados de corrupción pues saben esconderse detrás de una carta o documento escrito. Carlos Salinas lo hizo, su hermano Raúl también y el cuñado de este Mario Ruiz Massieu. Recientemente, Javier Duarte, exgobernador de Veracruz y, esta semana, Emilio Lozoya, ex director general de Pemex. En todos los casos se expone una presunción de inocencia y de reclamo a la justicia en el país.
Obviamente que los señores en cuestión conocen los beneficios de comunicarse por escrito pues así no comparecen, no escuchan preguntas concretas y en cambio piensan lo que quieren decir y usan este recurso para asumirse de las víctimas de un supuesto sistema del que formaron parte en primer nivel.
Y todo indica que hacerlo así tiene sus frutos porque Carlos Salinas no enfrentó responsabilidad alguna por la crisis de 1994; a su hermano Raúl se le devolvieron sus posesiones; no se culpó a Ernesto Zedillo por la muerte de José Francisco Ruiz Massieu; la esposa de Duarte sigue en Londres y Lozoya está libre. ¿Quien más se animará a escribir otra carta?
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