Si las mujeres queremos contribuir a la eliminación de la violencia contra nosotras, empecemos ahora.
Aprendamos a pensar bien de lo que somos y de nuestras capacidades. También a no refugiarnos ante la adversidad.
Vivimos en una sociedad en la que se nos sigue presentando un modelo de lo que es ser mujer: débil, dependiente y dedicada a la familia, lo que envía un mensaje de que hay cosas que no se pueden ni deben hacer. Y que las necesidades de otros están por encima de las nuestras.
Sin embargo, ¿qué deseamos?, ¿cuáles son nuestras verdaderas capacidades y limitaciones?, ¿y éstas las aprendimos o quién las dicta?
Valorarse es cuestión de cada una. Empezando por reconocer que se es única e irrepetible. Y por tanto, que el acto de pensar es propio, lo mismo que las ideas, decisiones y acciones.
También que la vida se enfrenta. Pues nada llega solo o como regalo. Si la situación es adversa, se debe recurrir al esfuerzo para enfrentarla.
La baja autoestima es causante de la violencia contra la mujer.
El mayor enemigo está en nuestra mente.