Inseguridad

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Nuestra insigne clase política mexiquense y mexicana ya está bien encarrilada hacia las elecciones de la gubernatura mexiquense para el año 2023.

No se piensa en otra cosa que en las elecciones. Mejor dicho: se piensa y se ejecuta en función de las elecciones.

Si se toman la foto o graban video, es para a) mostrar el músculo, b) demostrar unidad, c) que ya se trabaja en la planeación de la campaña, d) que son unas chuchas cuereras, e) que son una chulada, f) que se juntaron con los que influyen en las decisiones, g) que se dan baños de pueblo. Todas las anteriores y un largo etcétera.

Cualquiera medianamente interesado en política entiende perfectamente el modelo de promoción y reivindicación. Sabe que eso y más tienen que hacer quienes quieren ser candidatos o candidatas, los que quieren estar cerca de ellos y ellas, y de la toma de decisiones, así como los que andan en busca de un “hueso”.

Nomás que el estado de México necesita más que expresiones mediáticas. Más que bardas y anuncios espectaculares. Necesita soluciones a problemas ya longevos y aplazados durante mucho tiempo. Problemas que se han administrado, y no se han resuelto.

Ustedes, mis estimados cuatro lectores que de la vida pública de esta entidad federativa saben un rato largo, ya tendrán en la mente alguno de esos pendientes.

Uno, que tal vez sea el mayor envergadura, da para varios volumenes. El de la inseguridad.

La campaña publicitaria más exitosa de Arturo Montiel se centró en el asunto. Ofrecía mano dura contra la delincuencia. Hasta se hizo célebre aquella frase de “los derechos humanos son de los humanos, no de las ratas”. Dos décadas después, el panorama no ha cambiado. La inseguridad pública sigue siendo el gran pendiente.

Si tomamos como muestra las ocho ciudades del estado de México incluidas en la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del tercer trinestre de este año, 8 de cada 10 habitantes del estado de México se sienten inseguros. Aunque hay casos más peores —nota de la redacción: este barbarismo es cosa del autor— como el de la deslustrada “joya de la corona”, Naucalpan, en donde 9 de cada 10 personas mayores de 18 años dicen que se sienten inseguras de sol a sol.

Para que sirva de referencia, el promedio de percepción de inseguridad en el país es de 64 de cada 100.

Vistas las cifras mexiquenses, el problema es mayúsculo. Creciente y en claro deterioro.

La impunidad, la presencia visible de bandas de delincuentes, el cada vez más pernicioso peso en las actividades comerciales y productivas del crimen organizado y la extorsión, demandan soluciones efectivas, cambios de modelo. Menos discurso, menos “selfie” y más acción.

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