Todos en este valle de Toluca conocemos a alguien que cotidianamente va y viene a la Ciudad de México, la mismísima capirucha de la república mexicana.
Y durante los últimos meses —muchos meses—, las quejas reiteradas tienen que ver con el tránsito en la carretera, el programa Hoy no Circula, los asaltos y la contaminación. Todas vinculadas con la circulación de automotores y varias con la construcción de la carretera de cuota La Marquesa-Lerma.
En esta parte, quiero decir que espero que una vez que acaba la construcción de la segunda parte de la carretera de cuota la carretera México-Toluca, esta vía de comunicación recupere a) su trazo, que se ha modificado por las continuas desviaciones para permitir la obra de la nueva autopista, y b) sus dimensiones, puesto que los desvíos han generado una carretera estrecha, sin suficiente acotamiento y con carriles apenas suficientes.
Pero además, que recupere la vegetación. Esa que nos han dicho que se ha vuelto a sembrar en terrenos ejidales que sabrá Dios dónde están.
Los desvíos se supone que son temporales. Y, por lo tanto, que el trazo original debería recuperarse.
Pero si ni fuera así, por la razón que sea, la carretera federal debe ser tan ancha como siempre. Tan segura como sea posible. Y hasta debería recuperar la iluminación que la caracterizó durante muchos años. Porque visto así, para nadie es un secreto que va del mal en peor…