Donald Trump ya tiene en la bolsa (o en la cartera, que para el caso es lo mismo) la candidatura presidencial del Partido Republicano en los Estados Unidos.
El Grand Old Party, como le dicen allá, lo nominó candidato el martes y este jueves Trump va a hacer el favor de aceptar la candidatura.
Así que aquello que comenzó como un gran chiste para muchos, se ha vuelto realidad. Yo hubiera preferido a Jeb Bush o a John Kasich, pero se impuso Trump, y ahora que es candidato, sus posibilidades de ser presidente de Estados Unidos son reales y, desde mi muy particular punto de vista, elevadas.
Donald Trump puede derrotar a la demócrata Hillary Clinton. El empresario tiene una base social sólida, cuyo sustento es la gran mayoría blanca que ha visto como se deteriora su forma de vida, aminora su calidad de vida, se le cierran oportunidades y tiene un resentimiento profundo con los migrantes y las minorías estadunidenses. Es la misma mayoría blanca que tiene miedo del terrorismo, la misma que se siente a gusto con la posesión de armas de todos los calibres y la misma que siente que la administración de Barack Obama la ha quitado algo que no sabe qué es, pero que cree que puede recuperar con un presidente como Trump.
Cuidado. Las posibilidades de Trump de ganar no son menores. De aquí a noviembre sabremos cuánto crece y cuánto aumenta esa base social.