El gobernador Alfredo del Mazo es hoy por hoy el personaje más connotado del PRI. Es un hecho fundado, no se trata de una opinión personal: su linaje y sus orígenes así lo marcan, lo mismo que su pertenencia al grupo político más influyente y organizado dentro del priismo, sin olvidar que gobierna al estado más poblado del país.
Eso lo convierte en centro de la atención de la vida pública nacional. Lo señalo como antecedente, porque la decisión de seguir la política de austeridad que ha impuesto el gobierno de la república es clave para su gobierno. En el estado de México nadie, ni el gobernador, ganará más que el presidente Andrés Manuel López Obrador.
La decisión se inscribe en la conformación del presupuesto, que el jefe de Ejecutivo estatal ha descrito como responsable y austero, en el que se privilegie el gasto social y la inversión para el desarrollo de la infraestructura y la generación de empleos.
Tal y como se ha planteado desde el ámbito federal. Tal determinación perfila una negociación tersa entre el Ejecutivo y el Legislativo, en manos de Morena, que tendría que allanarse ante la aguda decisión del gobernador Del Mazo. Las resistencias serán naturales entre los diputados, pero más suaves.
