Newton y la aguja en su ojo

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Isaac Newton nació prematuramente el día después de Navidad en Woolsthorpe, Lincolnshire. Inglaterra estaba siendo destrozada por una guerra civil. La peste era una amenaza constante. Muchos creían que el fin del mundo era inminente. Y él, era un bebé pequeñísimo y le dieron pocas posibilidades de supervivencia.

Apuntes de Newton (Foto: Getty Images).

De acuerdo con sitios especializados en ciencia como la BBC, se afirma que Newton como estudiante, no le interesaba ni la literatura ni la poesía, pero le fascinaba la mecánica y la tecnología, que lo llevaron a inventar un elaborado sistema de relojes de sol que daban la hora y los minutos precisos.

En la revista Muy Interesante se escribe que era incapaz de poner atención a acciones cotidianas por un periodo prolongado de tiempo: siempre estaba pensando en otra cosa. Era común que, si algún científico prominente de su época era invitado a sus cátedras, Newton sencillamente se olvidara de su presencia.

Se encerraba en su laboratorio por horas, y podría incluso no salir hasta días después. Descuidado y sucio, pasaba incansables espacios de tiempo trazando dibujos complejos, mientras sus colegas lo observaban a la distancia.

Cuando la Universidad de Cambridge cerró debido a la peste, Newton tuvo que volver a casa. Ese fue el período más productivo de su vida.

Todos los días, llevaba un registro minucioso de su quehacer en cuadernos que no mostraba a nadie. En la misma línea, podría anotar qué comió después de una fórmula matemática sobre algún nuevo modelo: no había diferencia de jerarquía entre ambos conceptos.

Por otra parte, la Real Sociedad era un grupo de élite que se reunía para compartir y criticar el trabajo de cada uno, y alentó a Newton a hacer lo mismo.

Pero las teorías de Newton sobre la luz no cayeron en gracia: otros miembros de la Real Sociedad no pudieron reproducir sus resultados, en parte porque Newton describió su experimento de una manera complicada.

A Newton a su vez, no le cayeron bien las críticas. Cuando el científico Robert Hooke cuestionó sus teorías sobre la luz y el color, se ganó un enemigo de por vida.

Se obsesionó con las escrituras sagradas del cristianismo, intentó buscar pistas para el Apocalipsis en las pirámides de Egipto y un buen día, decidió mirar directamente al Sol durante horas.

No era poco común que Newton llevara a cabo sus experimentos sobre sí mismo. Él siempre había creído que para llegar al conocimiento verdadero había que observar más que leer libros. Por ejemplo, en vez de confiar en los textos sobre óptica, experimentó metiéndose una aguja sin punta en su ojo para ver qué efecto tenía.

Lo anterior, mientras investigaba a propósito del comportamiento de la luz en el ojo humano, decidió mirar al sol directamente. Estaba estudiando la naturaleza del color y la percepción desde las posibilidades orgánicas del ser humano,  decidió ver —literalmente— qué pasaba si introducía una aguja en su globo ocular.

De esta forma, introdujo una aguja delgada hasta la córnea del ojo. Una vez que estaba dentro, a pesar del dolor, se quedó viendo directamente al sol para comprobar si había algún tipo de cambio en su visión de los colores en el entorno.

Después de un espacio extendido de tiempo, se dio cuenta de que no había ningún efecto diferente. Se encerró en un cuarto oscuro y, en sus manuscritos personales, dio por terminado el experimento señalando lo siguiente: “Decepcionantes resultados. La próxima vez probaré con un desatornillador“.

Con información de la BBC y Muy Interesante.

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