Ayer prácticamente se despidió de su gobierno el mandatario Enrique Peña Nieto. Dijo que ser presidente de México “ha sido el más alto honor en su vida” y que gobernó “haciendo frente a los retos del presente”. ¿Porqué no termina ahí su mandato?
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¿Qué caso tiene esperar otros tres meses en el cargo si es que ya no va a reportar avances y menos resultados del último trimestre del año?, ¿solo por el trámite de entrega-recepción de la administración federal?, ¿o por asegurar estabilidad política?
Estamos ciertos que la ley obliga al presidente de la república rendir un informe anual de su administración pero a estas alturas lo que más bien se advierte son simulaciones y especulaciones de su permanencia.
Para gran parte de los mexicanos es un deseo la salida de la presidencia del gobernante en turno una vez que se conoce a su sucesor. Es un deseo natural de cambio tanto como de medir la capacidad de gobernanza del presidente entrante.
¿Porqué no hacer el relevo por la vía rápida?, ¿en verdad es necesario prolongar la permanencia o alargar la despedida?